jueves, 8 de noviembre de 2012

Colegio técnico realiza camillas plegables y bancos para donar a hospitales

Los trabajos prácticos y la solidaridad se unen en la Escuela Técnica N° 4 de Llavallol, en Antártida Argentina 2750. Es que los alumnos diseñan y arman equipamientos que donan a los hospitales de la región.

Los trabajos prácticos y la solidaridad se unen en la Escuela Técnica N° 4 de Llavallol, en Antártida Argentina 2750. Es que los alumnos diseñan y arman equipamientos que donan a los hospitales de la región.

El proyecto nació para poner en práctica los conocimientos que se aprendían dentro del aula: “Nos dábamos cuenta que todo lo que hacíamos terminaba en el tacho, como una pila de hierro, la idea fue que se mantenga para algo constructivo”, cuenta Mario Rodríguez, el director de la institución.

En esa búsqueda, casi de casualidad, Rodríguez fue a visitar a un chico que se había quemado por accidente y encontró un proyecto clave: “Cuando vimos cómo lo atendían nos dimos cuenta de que había que cambiar el sistema, de que necesitaban un dispositivo que sea más cómodo”, recuerda Rodríguez. Así fue como empezó a diagramar el diseño de una silla para el traslado de quemados junto a José Fridrich, un docente.

“Vimos que había algo parecido en Europa y que salía seis mil euros, nos dimos cuenta de que podíamos hacerla por muchísimo menos. Se lo propusimos a los alumnos y trabajamos en el prototipo de muestra, nos llevó ocho meses. El primero lo donamos al Gandulfo, pero también hicimos para el Meléndez de Adrogué, para el Hospital El Cruce de Florencio Varela y para los Bomberos de Quilmes”, agregó Rodríguez.

Para Fridrich, lo más importante es que los chicos se sienten partícipes: “Vemos todo el desarrollo teórico, la base de cálculos que usamos para hacer el sistema, los planos y dibujos. Después, vamos al taller y lo hacemos. Para ellos es importante ser partícipes de todo el proceso, ver cómo lo entregan y lo usan los emociona. Eso los lleva a esforzarse para que salga mejor”. Y agrega: “Trabajamos con alumnos de 5° año de la mañana, que son más jóvenes, y con adultos de 4° año del turno vespertino, de entre 25 y hasta 50 años. Yo trabajo acá desde el 76, este mes cumplo 80 años y sigo ejerciendo porque me siento parte de este lugar, es una familia”.

El dispositivo que crearon sostiene a los pacientes quemados desde las axilas y eso los mantiene erguidos para ser trasladados, curados y para que les realicen ecografías o radiografías sin tocar las heridas.

Ahora, están haciendo camillas plegables de internación para donar al Gandulfo y sillas para chicos discapacitados que darán a escuelas especiales. También, diseñan una cama para pacientes que tengan que hacerse diálisis.

Pablo Saux, es de Monte Grande y estudia la especialización de electromecánica para adultos en este colegio y dijo: “Cada vez que entregamos algo me lleno de orgullo y de emoción porque lo usa gente que lo necesita. Me gustaría contagiar a las personas para que sepan que si todos colaboramos podemos ayudar a mucha gente”. Jerónimo Fernández, otro alumno, coincidió y dijo: “Sin quererlo hicimos cosas que sirven para ayudar, nos da ganas de seguir colaborando con la comunidad. Yo egreso este año, pero voy a seguir viniendo a ayudar”.

En relación al resultado de sus trabajos, Carolina Rocca, directora del Meléndez, opinó: “Es muy útil. Se está usando en la medida en que se necesita. Es para aseo y traslado de pacientes quemados. No había nada similar que sepa. Nos queremos contactar con ellos para ver si nos pueden ayudar a concretar otras cosas”.

El proyecto nació para poner en práctica los conocimientos que se aprendían dentro del aula: “Nos dábamos cuenta que todo lo que hacíamos terminaba en el tacho, como una pila de hierro, la idea fue que se mantenga para algo constructivo”, cuenta Mario Rodríguez, el director de la institución.

En esa búsqueda, casi de casualidad, Rodríguez fue a visitar a un chico que se había quemado por accidente y encontró un proyecto clave: “Cuando vimos cómo lo atendían nos dimos cuenta de que había que cambiar el sistema, de que necesitaban un dispositivo que sea más cómodo”, recuerda Rodríguez. Así fue como empezó a diagramar el diseño de una silla para el traslado de quemados junto a José Fridrich, un docente.

“Vimos que había algo parecido en Europa y que salía seis mil euros, nos dimos cuenta de que podíamos hacerla por muchísimo menos. Se lo propusimos a los alumnos y trabajamos en el prototipo de muestra, nos llevó ocho meses. El primero lo donamos al Gandulfo, pero también hicimos para el Meléndez de Adrogué, para el Hospital El Cruce de Florencio Varela y para los Bomberos de Quilmes”, agregó Rodríguez.

Para Fridrich, lo más importante es que los chicos se sienten partícipes: “Vemos todo el desarrollo teórico, la base de cálculos que usamos para hacer el sistema, los planos y dibujos. Después, vamos al taller y lo hacemos. Para ellos es importante ser partícipes de todo el proceso, ver cómo lo entregan y lo usan los emociona. Eso los lleva a esforzarse para que salga mejor”. Y agrega: “Trabajamos con alumnos de 5° año de la mañana, que son más jóvenes, y con adultos de 4° año del turno vespertino, de entre 25 y hasta 50 años. Yo trabajo acá desde el 76, este mes cumplo 80 años y sigo ejerciendo porque me siento parte de este lugar, es una familia”.

El dispositivo que crearon sostiene a los pacientes quemados desde las axilas y eso los mantiene erguidos para ser trasladados, curados y para que les realicen ecografías o radiografías sin tocar las heridas.

Ahora, están haciendo camillas de internación para donar al Gandulfo y sillas para chicos discapacitados que darán a escuelas especiales. También, diseñan una cama para pacientes que tengan que hacerse diálisis.

Pablo Saux, es de Monte Grande y estudia la especialización de electromecánica para adultos en este colegio y dijo: “Cada vez que entregamos algo me lleno de orgullo y de emoción porque lo usa gente que lo necesita. Me gustaría contagiar a las personas para que sepan que si todos colaboramos podemos ayudar a mucha gente”. Jerónimo Fernández, otro alumno, coincidió y dijo: “Sin quererlo hicimos cosas que sirven para ayudar, nos da ganas de seguir colaborando con la comunidad. Yo egreso este año, pero voy a seguir viniendo a ayudar”.

En relación al resultado de sus trabajos, Carolina Rocca, directora del Meléndez, opinó: “Es muy útil. Se está usando en la medida en que se necesita. Es para aseo y traslado de pacientes quemados. No había nada similar que sepa. Nos queremos contactar con ellos para ver si nos pueden ayudar a concretar otras cosas”.

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